Encontré en el cuento una vía para expresar mis fantasías, mis sueños y mis inquietudes. El cuento nos da la posibilidad de vivir, compartir, describir, sufrir y disfrutar situaciones que la vida real no nos otorga.

Iré guardando en los en los anaqueles de este almacén, aquellos cuentos que llegaron a mis manos a través de un libro, o por sugerencia de algún lector amigo y que por una u otra razón me conmovieron

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viernes, 29 de abril de 2011

Teoría: GUIONADO DE TEXTOS

Guiones de diálogo


1. El guión largo (—) sirve generalmente para indicar tanto las intervenciones o parlamentos de los personajes (guiones de diálogo) como los incisos del narrador. En el primer caso, el guión va pegado a la inicial de la palabra con la que comienza el parlamento, con la sangría de la primera línea del párrafo (es decir, texto «entrado»). En el segundo caso, va precedido de un espacio cuando comienza el inciso, y seguido de espacio cuando termina (este último guión sólo se emplea cuando el inciso está dentro del parlamento; cuando está situado al final nunca debe cerrarse: véase, más adelante, el punto 1.9). Estos diez ejemplos recogen sus usos más frecuentes:



—He descubierto que tengo cabeza y estoy empezando a leer. [1]



—Oh, gracias. Muchas gracias por sus palabras —murmuró Jacqueline. [2]



—Somos muchos de familia —terció Agostino— y trabajamos todos. [3]



—Seguro que, a la larga —replicó Carlota con decisión—, todo se arreglará. [4]



—¡Sophie, vuelve! —insistía Stingo—. He de hablar contigo ahora mismo. [5]



—¿Y tú qué entiendes de eso? —saltó Stephen—. No has leído un verso en tu vida. [6]

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martes, 19 de abril de 2011

El señor Medina

Un cuento de Iris Rivera
El señor Medina fue aprendiendo a medir las palabras. Estaba orgulloso porque nadie le enseñó. Aprendió solo, de inteligente que era nomás.

Está bien que no aprendió enseguida, ni fácilmente. Le costó mucho, años le costó… sufrió equivocaciones, cometió graves errores que luego tuvo que lamentar, pero el tragaba saliva y se decía:

- ¡Atención Medina! Esta vez mediste mal, la próxima no te tiene que pasar.

Y trataba que la próxima vez no le pasara.

El señor Medina siempre llevaba en el bolsillo la cinta métrica. El padrino se la había regalado de chico, porque todos en la familia tenían una. La cinta métrica era una tradición en la familia del señor Medina. Unos la usaban mejor que otros, pero todos la tenían. El padre había sido un gran abogado, la madre una gran profesora, tenía tíos empresarios, un primo periodista y hasta un pariente lejano que ocupaba un importante cargo público… y todos sabían medir las palabras.

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