Autor invitado: Américo Treminio Cantarero de Nicaragua
Había empezado a clarear, el sol desperezado bañó con sus primeros rayos aquel poblado semiderruido, filtrándose por los resquicios de cartón, por las perforaciones de las latas sarrosas que conformaban el techo, asomando atrevidamente su faz luminosa entre las rendijas de la madera rendida, por donde empezaba a escapar el olor de un café de segunda hervida y el eco de una oración infinita saltando las cuentas de un rosario interminable.En el fogón la leña chisporroteaba, gestando una flama azul que al parir dejo flotar una llama lúcida, desesperada, que inevitablemente chocó con el fondo tiznado, suicidándose en el acto con el baño de café que harto de hervir a fuego lento salto por los linderos de la porra.