Encontré en el cuento una vía para expresar mis fantasías, mis sueños y mis inquietudes. El cuento nos da la posibilidad de vivir, compartir, describir, sufrir y disfrutar situaciones que la vida real no nos otorga.

Iré guardando en los en los anaqueles de este almacén, aquellos cuentos que llegaron a mis manos a través de un libro, o por sugerencia de algún lector amigo y que por una u otra razón me conmovieron

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miércoles, 2 de julio de 2008

¿Porqué escribo?

Para responder esta pregunta voy a valerme del prólogo que hice para mi libro ínedito, escrito a pedido de la editorial Dunken por ser finalista de un concurso de cuentos de la editorial. Este mismo libro, como verán, da título al presente blog:


Prólogo

Al ser este mi primer libro, creo conveniente referirme a los hechos que me motivaron —siendo un no tan joven individuo como para ser llamado pibe, ni uno tan viejo como para ser llamado anciano— a transitar entusiasta por el sendero literario. Algún prologuista a formulado el siguiente razonamiento: «Cuando un escritor empieza a escribir, o al menos a publicar, llegado ya a la plena madurez, surge espontáneamente la pregunta: ¿por qué ahora y no antes?» —Y siendo este mi caso, veamos qué dice—: «Se podría responder: "porque antes estaba ocupado viviendo". Ese vivir representa el tiempo para experimentar, para acumular vivencias, emociones e ir construyendo un acervo que, llegadas la paz... y la soledad podrán ser devueltas a la vida en forma de historias»(2).

Desde el mismo momento que lo leí, me identifiqué con estas palabras, sin embargo siempre hay —por lo menos en mi caso particular lo hay— un hecho concreto que funciona como disparador. Un día descubrí un pequeño libro, del que mi hermana escapaba por juzgarlo (prejuzgarlo) aburrido, llamado El Hobbit. Dijo un crítico sobre su autor: «El Señor Tolkien es uno de esos cuentacuentos natos que hace que sus lectores se entusiasmen tanto como niños con los ojos abiertos pidiendo más»(3). Pues bien, este señor dio en el clavo: desde el mismo momento que terminé El Hobbit, no pude parar de leer hasta la última palabra impresa del escritor británico. Y es aquí donde surge el disparador: «si no puedo vivir sin leer más historias de la mitología Tolkiana, pues entonces tendré que escribirlas». Fue así como comencé mi carrera de escritor que, contrariamente a lo que yo suponía, transitó por caminos muy alejados de la intención inicial.

Almacén de cuentos es el resultado, sin que sea esto un juicio de valor, del increíble juego de dar rienda suelta a la imaginación. Pero también es producto de lo que mencionaba antes María Gabriela Dumay: vivencias de una historia propia. El título busca plasmar la esencia del libro, una babilónica selección de cuentos con estilos y temáticas diferentes entre sí. Del mismo modo que en un almacén de ramos generales podemos encontrar desde una lata de atún hasta un vestido de mujer, en este libro podremos leer cuentos que van desde el drama de una madre plasmado en La cananea, hasta la graciosa crónica de un músico belga en Obra y zozobra de Françoise Dotremont; desde cuentos de amores eternos como Naufragio de un amor hasta historias inspiradas en milenarios midrashim(4) hebreos cómo Israel esclavo en Egipto. No podía faltar, siendo porteño de ley, cuentos que retraten el acervo de mi Buenos Aires natal, como son: Noche de tango, Ruidos y El fantasma del descenso.

Creo que lo dicho hasta esta altura, alcanza y sobra para que el lector empiece a aburrirse, motivo por el cual, daré por concluido el presente prólogo. Me retiro de este preludio, con el desconsuelo que me causa la certeza de no haber podido cumplir con las premisas expuestas en la Introducción: «…Está en mi intención no aburrir con vocablos altisonantes, sesudos análisis, ni conmovedoras palabras sentimentales…». Por tanto, habiéndose usted percatado ya, de las mínimas cualidades literarias del autor, queda en libertad de abandonar el presente libro o jugársela y continuar leyendo, esperando que la cosa mejore o al menos confiando en las palabras de Cayo Plinio: «No hay libro tan malo del que no se pueda aprender algo bueno».

Fernando Murano
Buenos Aires, 14 de Julio de 2009

(2) Maria Gabriela Dumay.
(3) Herbert Dingle en The Guardians.
(4) Método de exégesis de un texto bíblico, dirigido al estudio o investigación que facilite la comprensión de la Torá.

1 comentario:

  1. Interesante, Fernando. Una bella manera de contarnos por qué escribís. Reciba un saludo cordial.

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