Encontré en el cuento una vía para expresar mis fantasías, mis sueños y mis inquietudes. El cuento nos da la posibilidad de vivir, compartir, describir, sufrir y disfrutar situaciones que la vida real no nos otorga.

Iré guardando en los en los anaqueles de este almacén, aquellos cuentos que llegaron a mis manos a través de un libro, o por sugerencia de algún lector amigo y que por una u otra razón me conmovieron

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sábado, 25 de enero de 2014

La llamada

Relato de Fernando Murano

No me inquietaron los recuerdos de mis viajes por el Nilo, ni el recuerdo de sus costas de obscena fecundidad, ni la evocación de la majestuosidad de los templos, ni siquiera el anhelo de mi infancia regada de lujos y placeres. No, no lloré por aquello que alguna vez fue, ni lloré por lo que ya no era. ¿Podría haber pedido más que una esposa hermosa, dos hermosos niños o un suegro que me ha recibido como un padre, que me ha compartido sus rebaños, su tierra y su hija amada?
No me quitó el sueño recordar la ingratitud de mis hermanos, no me inquietó que todo Egipto quisiera aprehenderme y juzgarme con o sin justicia. No desfallecí ni aún en aquellas noches en que venían a mi mente momentos gozosos con mis padres y mis hermanos, momentos que jamás compartí pero que siempre deseé. No me turbó la dureza de la vida en Madián. No me afectaron los cuarenta años lejos de mi tierra, de mi estirpe.

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viernes, 24 de enero de 2014

There are more things (Hay más cosas)

De Jorge Luis Borges
A la memoria de Howard P. Lovecraft 




A punto de rendir el último examen en la Universidad de Texas, en Austin, supe que mi tío Edwin Arnett había muerto de un aneurisma, en el confín remoto del continente. Sentí lo que sentimos cuando alguien muere: La congoja, ya inútil, de que nada nos hubiera costado haber sido mas buenos. El hombre olvida que es un muerto que conversa con muertos. La materia que yo cursaba era filosofía; recordé que mi tío, sin invocar un solo nombre propio, me había revelado sus hermosas perplejidades, allá en la casa colorada, cerca de Lomas. Una de las naranjas del postre fue su instrumento para iniciarme en el idealismo de Berkeley; el tablero de ajedrez le basto para las paradojas eleáticas. Años después, me prestaría los tratados de Hinton, que quiere demostrar la realidad de una cuarta dimensión del espacio, que el lector puede intuir mediante complicados ejercicios con cubos de colores. No olvidare los prismas y pirámides que erigimos en el piso del escritorio.

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