Encontré en el cuento una vía para expresar mis fantasías, mis sueños y mis inquietudes. El cuento nos da la posibilidad de vivir, compartir, describir, sufrir y disfrutar situaciones que la vida real no nos otorga.

Iré guardando en los en los anaqueles de este almacén, aquellos cuentos que llegaron a mis manos a través de un libro, o por sugerencia de algún lector amigo y que por una u otra razón me conmovieron

Buscar este blog

viernes, 18 de noviembre de 2011

El Negro y Cacho

Autora invitada: Lorena Rodríguez

Alberto y José son amigos desde la niñez y del barrio. Compartieron juegos, novias y los primeros sueldos. Crecieron y se fueron a estudiar a la ciudad. Se recibieron, se casaron, llegaron las suegras y felizmente también los hijos.

Les gusta ir a pasear juntos y solos. Nada de mujeres, ni cubiertos ni ensalada. Las cañas y un churrasco es todo lo que precisan. Se suben a uno de los autos, mate en mano y emprenden el viaje a cualquier laguna. No charlan demasiado, pero cada tanto se confiesan algún berrinche de sus esposas o un disgusto con los hijos adolescentes. Por supuesto, jamás se menciona lo que sienten, tan solo exponen los problemas que el otro da por sentado y comparten callados.

 Pero hoy le toca a Alberto algo más difícil y fulero. Son las cinco en punto y comienza el horario de visita en la terapia intensiva. José lleva ahí veintiún días y el panorama es turbio. Primero no se sintió bien, después los estudios, una vieja lesión y ahora los doctores no logran “estabilizar al paciente” que se encuentra en “estado crítico”. Cada vez que se repiten esas palabras en el informe, a Alberto le acude una catarata de malas palabras a la cabeza, que ni su edad ni seriedad le permiten expresar.

La puerta de la sala se abre y después de ponerse la bata, entra para saludar al Negro, como a él le gusta llamarlo desde que eran chicos. Está pálido, ojeroso, tiene conectado un respirador y le controlan constantemente el corazón y los pulmones.

El cigarrillo de mierda, piensa, mientras saluda a su amigo con una mueca que intenta parecer una sonrisa. Por primera vez desde la internación, su amigo no le contesta, no intenta siquiera abrir los ojos, pero le tantea la mano y la aprieta.

Cacho siente un frío que le recorre la espalda, le palmea la mano, le dice un chiste sobre homosexuales y cuando ya no sabe más qué hacer, le cuenta, inventando en el momento, que está organizando todo para que cuando salga de la clínica, se vayan juntos a pescar a Entre Ríos.

El Negro vuelve a presionar su mano y Cacho tiene la sensación de que hace un siglo está parado frente a esa cama. Se despide hasta mañana y sale rápido casi chocando con una enfermera.

El teléfono suena y contesta su esposa temblando: a esa hora de la madrugada nunca son buenas noticias. Pero Cacho por un segundo se acuerda de Dios, como si eso pudiese alejar sus malos pensamientos. De nada sirve. El Negro murió hace más de media hora.

Su mujer llorando lo abraza y le habla de cosas que él no entiende: algo sobre despertar a los chicos. Sale del cuarto en camisón y lo deja solo, tendido en la cama, mirando el techo.

Recorre en un minuto infancia, paisajes, silencios, la risa de su amigo, la mano que lo sujeta. ¿Habría querido el Negro que en lugar de esa despedida apurada le dijese cuánto lo quería? ¿Esperaría que en ese apretón de manos le confesara que era su hermano del alma?

Los hombres no se dicen demasiado. Se respetan, se comprenden. En este instante, Cacho sabe con oscura certeza que daría todo por poder abrazar a su amigo.

En las penumbras del cuarto y del espíritu, con sesenta y cinco años a cuestas, cierra los ojos, se encoge sin ruido y casi sin gesto, se estremece. La tristeza, profunda y desgarradora, le sacude sin piedad el pecho y llora en silencio.

4 comentarios:

  1. Lore simplemente genial... palabras que te llegan al alma...que te estremecen y te hacen vivir cada segundo del cuento.
    Felicitaciones!!

    ResponderEliminar
  2. ¡Hermoso! Sencillo pero con una profundidad que pega de lleno en el corazón. Gracias

    ResponderEliminar
  3. Un cuento extraordinario. Lo conocía, pero he vuelto a recibir las emociones que emanan de sus personajes. La vida misma.

    Gracias por compartirlo. Abrazos.

    ResponderEliminar
  4. Lore simplemente hermoso, profundo y simple!!! Gracias por compartirlo!!! Beso Ale

    ResponderEliminar